Cuando tomamos decisiones sociales, como donar dinero a una caridad o pagar un servicio que también beneficia a otras personas como el servicio de agua, rara vez nos damos cuenta el importante papel que juega las expresiones faciales y los ojos de las otras personas. Suena extraño que algo tan simple como una cara o una mirada pueda cambiar nuestro comportamiento, pero los humanos hemos desarrollado estructuras neuronales para reconocer características faciales, incluyendo la presencia de una mirada. Estas estructuras son naturales e involuntarias, y afectan áreas del cerebro que están relacionadas con la toma de decisiones.
Como otros animales, los humanos hemos desarrollado estructuras neuronales para reconocer y reaccionar ante caras y ojos. Pero a diferencia de las otras especies, nosotros somos los únicos que a partir de la información que obtenemos de las caras y expresiones de otras personas podemos hacer inferencias o tomar decisiones, por ejemplo, decidir si alguien es confiable. En casi todos los encuentros que tenemos con otras personas monitoreamos la mirada de los demás y sus expresiones faciales. Tenemos estructuras neuronales específicas para monitorear las miradas de los demás de una manera involuntaria y automática.
Solemos prestar atención (aunque sea involuntariamente) a la opinión que los demás puedan tener de nuestras acciones. Esto quiere decir que cuando somos o sentimos que somos observados tendemos a cooperar más en beneficio de un bien común. Distintos experimentos han demostrado que las personas tienen a cooperar y donar más cuando la fotografía de unos ojos o un dibujo parecido a unos ojos está frente a ellos. Para ejemplificarlo, explicaremos el experimento de Burnham y Hare (2007). Lo interesante de este experimento es que a través de la imagen de un robot lograron aumentar la cooperación en un juego de bienes públicos.
El robot que utilizaron en las imágenes se llama Kismet. Su cara tiene una estructura parecida a la humana, pero no está construido con materiales que parezcan humanos, excepto los ojos. Kismet está construido para estimular las estructuras neuronales dedicadas a la detección de ojos y miradas, por eso sus ojos son especialmente grandes.
Para el experimento, los participantes recibieron $10 dólares por adelantado por participar en seis rondas de un juego de bienes públicos. En cada ronda a cada participante se le daba 10 tokens con un valor de $0.20 para que los pusiera en una cuenta pública (bien público). y una cuenta privada. Los tokens en la cuenta privada permanecían con el jugador, mientras que los tokens en la cuenta pública se duplicaban y se dividía equitativamente entre los 4 participantes del grupo. De esta manera, se aseguraba que las contribuciones a la cuenta pública fueran costosas para el participante; los tokens aportados a la cuenta privada valían $0.20, mientras que los tokens aportados a la cuenta pública valían $0.10 para cada miembro del grupo. Poner un token en la cuenta pública le costaba $0.10 al contribuyente, sin importar el comportamiento de los demás participantes, por lo que no aportar a la cuenta pública sería la mejor estrategia para maximizar el dinero.
Todas las decisiones fueron hechas a través de computadoras. En el grupo de control en el fondo del escritorio de la computadora no había nada, y en el grupo del empujón estaba la imagen de Kismet mirando. Los participantes en el grupo donde Kismet los estaba mirando contribuyeron 29% más al bien público (cuenta pública) que los participantes en el grupo de control.
Este y otros estudios demuestran que nuestro cerebro está diseñado para detectar miradas y otros estímulos, y que podemos actuar de una manera más cooperativa y social cuando sentimos que nos están mirando. Este tipo de efecto se conoce como Priming. Este efecto consiste en la exposición a un estímulo que pueda influenciar de la siguiente tarea a realizar; en este caso, la mirada de Kismet afectó la contribución al bien público.
Si Cosi Irracional fuera mirado por Kismet al momento de ver su recibo atrasado de pago de agua ¿crees que por fin lo pagaría?
Solemos prestar atención (aunque sea involuntariamente) a la opinión que los demás puedan tener de nuestras acciones. Esto quiere decir que cuando somos o sentimos que somos observados tendemos a cooperar más en beneficio de un bien común. Distintos experimentos han demostrado que las personas tienen a cooperar y donar más cuando la fotografía de unos ojos o un dibujo parecido a unos ojos está frente a ellos. Para ejemplificarlo, explicaremos el experimento de Burnham y Hare (2007). Lo interesante de este experimento es que a través de la imagen de un robot lograron aumentar la cooperación en un juego de bienes públicos.
El robot que utilizaron en las imágenes se llama Kismet. Su cara tiene una estructura parecida a la humana, pero no está construido con materiales que parezcan humanos, excepto los ojos. Kismet está construido para estimular las estructuras neuronales dedicadas a la detección de ojos y miradas, por eso sus ojos son especialmente grandes.
Para el experimento, los participantes recibieron $10 dólares por adelantado por participar en seis rondas de un juego de bienes públicos. En cada ronda a cada participante se le daba 10 tokens con un valor de $0.20 para que los pusiera en una cuenta pública (bien público). y una cuenta privada. Los tokens en la cuenta privada permanecían con el jugador, mientras que los tokens en la cuenta pública se duplicaban y se dividía equitativamente entre los 4 participantes del grupo. De esta manera, se aseguraba que las contribuciones a la cuenta pública fueran costosas para el participante; los tokens aportados a la cuenta privada valían $0.20, mientras que los tokens aportados a la cuenta pública valían $0.10 para cada miembro del grupo. Poner un token en la cuenta pública le costaba $0.10 al contribuyente, sin importar el comportamiento de los demás participantes, por lo que no aportar a la cuenta pública sería la mejor estrategia para maximizar el dinero.
Todas las decisiones fueron hechas a través de computadoras. En el grupo de control en el fondo del escritorio de la computadora no había nada, y en el grupo del empujón estaba la imagen de Kismet mirando. Los participantes en el grupo donde Kismet los estaba mirando contribuyeron 29% más al bien público (cuenta pública) que los participantes en el grupo de control.
Este y otros estudios demuestran que nuestro cerebro está diseñado para detectar miradas y otros estímulos, y que podemos actuar de una manera más cooperativa y social cuando sentimos que nos están mirando. Este tipo de efecto se conoce como Priming. Este efecto consiste en la exposición a un estímulo que pueda influenciar de la siguiente tarea a realizar; en este caso, la mirada de Kismet afectó la contribución al bien público.
Si Cosi Irracional fuera mirado por Kismet al momento de ver su recibo atrasado de pago de agua ¿crees que por fin lo pagaría?